1861. La guerra de Secesión acaba de estallar en Estados Unidos. En Londres, Daniel Alberton se beneficia de la contienda enriqueciéndose con la venta de armas a ambos bandos. Sin embargo, cuando Alberton y su bella esposa Judith organizan una cena en la mansión familiar, todo parece muy ajeno a esas pasiones que se desarrollan al otro lado del océano. Sólo William Monk y Hester Latterly perciben que las cosas no andan bien bajo la apariencia de esa velada apacible. Dos de los invitados son americanos y ambos pretenden comprar a Alberton un gran cargamento de armas. Uno es Philo Trace, un sureño inteligente y encantador, aunque partidario de la esclavitud. El otro es Lyman Breeland, norteño, un hombre reservado y ambicioso de quien la hija de Alberton, Merrit, está enamorada. La intuición de Monk y Hester acaba por hacerse real cuando uno de los protagonistas de la reunión es brutalmente asesinado y otros dos desaparecen sin dejar rastro. El cargamento de armas tampoco se encuentra en los almacenes de Alberton. En estas circunstancias Monk y Hester se verán obligados a cruzar el Atlántico y a internarse en el territorio en guerra de Estados Unidos para seguir los pasos del asesino.
CRÍTICA
Hacía tiempo que no leía una novela de esta saga de Anne Perry. Me temo que se vuelven a repetir las mismas impresiones que me ha producido la lectura de sus últimos libros.
Hace tiempo, consultando su biografía, descubrí que pertenece a una iglesia que desconocía: la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Cuanto mayor soy, más comparto la idea de Marx respecto a la religión, y yo misma reconozco que disto de ser objetiva con el tema. Sin embargo, aun partiendo de esta premisa, sinceramente pienso que esta escritora ha perdido el norte. Pareciera que hubiera olvidado que las novelas que escribe son de intriga, no sermones (malos por cierto) de púlpito. En concreto este libro está cuajado de párrafos que bien se podrían adjudicar a un telepredicador yanqui.
Por otra parte, de ella siempre me han gustado las descripciones. En concreto, pienso que recrea como nadie el Londres victoriano. En "Esclavos de una obsesión" se centra especialmente en el Támesis y su ambiente portuario. Pescadores y sus utillajes, comerciantes, marineros, tipos de mareas y meandros, zonas destacadas, etc ... Sin duda para mí éste ha sido el punto fuerte de la novela. En la parte de la misma en la que describe los Estados Unidos, también me ha parecido correcta no obstante, en los momentos en los que relata la guerra de Secesión se excede tanto aportando detalles de las batallas y heridos que la narración va más allá de lo truculento y escabroso.
Sí es cierto que sus diálogos me parecen muy creíbles y que la trama, en lo que a la investigación se refiere, me parece coherente y bien hilada. Sin embargo, desde mi punto de vista, tiende a resolver los casos de manera bastante abrupta.
Concluyendo, a mí me han sobrado páginas y páginas llenas de descripciones morbosas de soldados con miembros apuntados y de párrafos de insufribles moralinas y me han faltado algunas que contuvieran más explicaciones. Se deja leer pero para los seguidores de la saga de Monk y Esther, creo que resulta algo decepcionante.
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