martes, 28 de abril de 2015

El Brujo Sakún

Munchi-Munchi recorrió rápidamente el camino que llevaba hasta la casa del brujo. Al no encontrar ningún resquicio en la puerta de madera, decidió trepar por la hiedra de la pared. Así alcanzó una de las ventanas, pero también ésta estaba cerrada. La ratoncita miró a través del sucio cristal. En el centro de la oscura sala, pudo ver al viejo brujo removiendo lentamente el contenido de un burbujeante caldero. Munchi-Munchi llamó con una de sus patitas todo lo fuerte que pudo. Al tercer intento, por fin logró que el hechicero mirara hacía la ventana. -¡Brujo Sakún!, ¡Brujo Sakún! - gritó en voz alta - ¡Me llamo Munchi-Munchi y necesito tu ayuda! ¡Por favor, abre la ventana!- El mago se acercó lentamente y la dejó pasar. - Vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?, una pequeña ratoncita pidiéndole ayuda a un mago poderoso y atareado como yo. Dime, ¿por qué tendría que perder mi valioso tiempo contigo? - Munchi-Munchi no había imaginado que el brujo fuera a negarse por lo que no supo contestar, sin embargo no hizo falta pues Sakún continuó diciendo con una taimada sonrisa – está bien, te ayudaré pero primero tú harás un encargo para mí. - ¡Muy bien! - dijo muy alegre Munchi-Munchi - dime, ¿qué debo hacer? - Oh es una tarea fácil, no te preocupes ratoncita. Sólo tienes que traerme unas cuantas plantas. Espera que las apunte - dijo el brujo sentándose delante de una mesa. Tras hacer unos cuantos garabatos en un trocito de papel con una pluma, se lo dio a Munchi-Munchi diciendo - Vuelve cuando hayas encontrado todas, entonces te ayudaré. Y ahora vete y déjame que soy un mago muy ocupado – y sin más, Munchi-Munchi se vio fuera con los bigotes pegados al frío cristal, pensando que ni siquiera había podido explicarle al brujo que quería convertirse en niña. – Bueno – se dijo – ya lo haré cuando vuelva. Voy a ver qué plantas son – y desdobló el papelito. Las orejas y los bigotes de Munchi quedaron lacios por la decepción, pues ¡no conocía ninguna! Se sentó en el alfeizar con las patitas colgando, sintiéndose un poco triste, pero de pronto, tuvo una idea - ¡Ya sé!, Renata sabe mucho de plantas y flores, le pediré ayuda a ella. – y mucho más contenta, descendió por la hiedra en busca de Uhú para regresar a casa...

sábado, 18 de abril de 2015

El Búho Uhu

Tras escuchar a Uhu, a Munchi se le movieron las orejas y los bigotes de emoción. ¡Su sueño de convertirse en niña era posible! -¿Y dónde puedo encontrarlos? – Preguntó con presteza  – Ummm pues … déjame pensar – contestó el viejo búho rascándose la gran cabeza con un ala. – El Hechicero Sakún vive en lo más profundo del bosque, pero el camino es difícil y peligroso Munchi. Hay ortigas, plantas carnívoras y un sinfín de peligros. El Hada Fata a su vez, vive en el agua del río, no es posible encontrarla, es ella la que te encuentra a ti. – A Munchi se le quedaron las orejas y los bigotes gachos por la decepción. Menos mal que Uhu continuó hablando – Sin embargo, aunque hace mucho desde la última vez que fui, yo podría llevarte volando hasta la casa del mago. - ¡Eso sería maravilloso Uhu! – respondió Munchi muy contenta, dando saltitos en torno al anciano búho. Acordaron emprender viaje al día siguiente temprano. El trayecto no fue fácil, la memoria del viejo búho no era ya muy buena, por lo que durante mucho tiempo estuvieron dando vueltas en círculo. La pobre Munchi acabó mareada, y aunque trataba de agarrarse con fuerza a las plumas de su amigo, a punto estuvo de caerse. Menos mal, que justo en ese momento Uhu dijo con júbilo - ¡Reconozco el tocón de ese árbol Munchi!, ya casi hemos llegado, agárrate fuerte – y acto seguido comenzó a planear para finalmente aterrizar en el suelo elegantemente. Munchi-Munchi descendió como pudo del lomo del ave, con los ojos haciendo chiribitas y caminando en eses. Sin embargo, el esfuerzo había merecido la pena, a corta distancia podía ver una ruinosa cabaña. – Esa es la casa del mago Sakún. Debes tener cuidado con él pues es taimado y mentiroso. Cuando quieras regresar, sólo tienes que ulular y bajaré a buscarte. ¡Buena suerte pequeña! – dijo Uhu volviendo a emprender el vuelo, para esconderse en el hueco del tronco de un viejo roble. Munchi-Munchi comenzó a recorrer el sinuoso camino que llevaba hasta la puerta de la casa del brujo …

jueves, 9 de abril de 2015

La Ratoncita Munchi-Munchi

Había una vez una pequeña ratoncita llamada Munchi-Munchi. Vivía con sus papás en un frondoso bosque muy apartado, tan resguardado, que ella nunca había visto ningún humano. La mayoría de los animales decían que eran criaturas peligrosas a las que era mejor evitar, sin embargo, a ella no le daban miedo. La abuela de su mejor amiga Pika, que era una anciana tortuga muy sabia llamada Renata, les contaba historias fascinantes sobre ellos, por lo que Munchi estaba segura que no podían ser tan malos, y ansiaba llegar a ver alguna aldea, que era como se llamaba a los lugares donde algunos de ellos vivían y conocer niños, según Renata los humanos pequeñitos, con los que poder jugar. Ellos podrían explicar mejor que era un cuento, una flauta, un telescopio, “cacharros” que por lo que la anciana les contaba, sospechaba que iban a encantarle. Sólo había un problema, cuando Pika y ella le decían a Renata que querían jugar con esas cosas fascinantes, la inteligente tortuga les respondía seriamente que sólo los humanos podían disfrutar de ellas. Por esta razón, Munchi-Munchi deseaba haber nacido niña, y a medida que crecía, más convencida estaba de querer convertirse en una. Preguntó a Renata, pero la anciana le contestó asustada que eso era imposible y que debía olvidarse de esa idea. Intentó convencerla de que era mucho mejor ser ratón: corrían más rápido, roían, escuchaban, oían mejor… pero Munchi no cambió de opinión por lo que decidió ir a preguntarle al viejo e inteligente búho Uhu. Éste le dijo que ningún animal era capaz de hacer algo semejante por sí mismo, y que para lograrlo, se necesitaba la ayuda de alguien que supiera hacer magia. Él sólo sabía de dos criaturas: el enigmático hechicero Sakún y la misteriosa hada Fata… 

 Dedicado a Alejandra