jueves, 9 de abril de 2015

La Ratoncita Munchi-Munchi

Había una vez una pequeña ratoncita llamada Munchi-Munchi. Vivía con sus papás en un frondoso bosque muy apartado, tan resguardado, que ella nunca había visto ningún humano. La mayoría de los animales decían que eran criaturas peligrosas a las que era mejor evitar, sin embargo, a ella no le daban miedo. La abuela de su mejor amiga Pika, que era una anciana tortuga muy sabia llamada Renata, les contaba historias fascinantes sobre ellos, por lo que Munchi estaba segura que no podían ser tan malos, y ansiaba llegar a ver alguna aldea, que era como se llamaba a los lugares donde algunos de ellos vivían y conocer niños, según Renata los humanos pequeñitos, con los que poder jugar. Ellos podrían explicar mejor que era un cuento, una flauta, un telescopio, “cacharros” que por lo que la anciana les contaba, sospechaba que iban a encantarle. Sólo había un problema, cuando Pika y ella le decían a Renata que querían jugar con esas cosas fascinantes, la inteligente tortuga les respondía seriamente que sólo los humanos podían disfrutar de ellas. Por esta razón, Munchi-Munchi deseaba haber nacido niña, y a medida que crecía, más convencida estaba de querer convertirse en una. Preguntó a Renata, pero la anciana le contestó asustada que eso era imposible y que debía olvidarse de esa idea. Intentó convencerla de que era mucho mejor ser ratón: corrían más rápido, roían, escuchaban, oían mejor… pero Munchi no cambió de opinión por lo que decidió ir a preguntarle al viejo e inteligente búho Uhu. Éste le dijo que ningún animal era capaz de hacer algo semejante por sí mismo, y que para lograrlo, se necesitaba la ayuda de alguien que supiera hacer magia. Él sólo sabía de dos criaturas: el enigmático hechicero Sakún y la misteriosa hada Fata… 

 Dedicado a Alejandra

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